Los niños de comunidades lejanas o rurales suelen ser más propensos a la pobreza debido a una combinación de factores socioeconómicos, ambientales y estructurales que afectan su bienestar y oportunidades.
Según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) 2023 del Instituto Nacional de Estadística (INE) de Guatemala, el 66.4% de la población en áreas rurales vive en condición de pobreza.
Este porcentaje es significativamente más alto que el de las áreas urbanas, donde la incidencia de pobreza es del 46.7%. La diferencia refleja las desigualdades estructurales entre el campo y la ciudad, incluyendo el acceso limitado a servicios básicos, educación, salud y oportunidades económicas en las zonas rurales.
Además, la pobreza afecta de manera desproporcionada a las poblaciones indígenas, que en su mayoría residen en áreas rurales. Según el mismo informe, el 45.5% de la población indígena se encuentra en condición de pobreza no extrema y el 29.8% en pobreza extrema.
Las comunidades lejanas a menudo tienen un acceso limitado a servicios básicos esenciales como atención médica, educación, agua potable y saneamiento. La falta de acceso a estos servicios puede afectar negativamente la salud y el desarrollo de los niños, y limitar sus oportunidades para el aprendizaje y el crecimiento personal.
En Guatemala, las zonas rurales pueden tener una infraestructura deficiente, incluyendo carreteras, transporte y redes de comunicación, limitando el acceso a mercados, servicios educativos y de salud, dificultando la movilidad y el acceso a oportunidades económicas.
La falta de acceso a una educación de calidad impide que las personas desarrollen habilidades necesarias para empleos bien remunerados. Esto reduce sus oportunidades laborales y perpetúa la desigualdad de ingresos. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la pobreza está relacionada con el acceso desigual y limitado a los recursos productivos y con la escasa participación en las instituciones sociales, la educación es una de ellas.
Pero ¿qué afecta al acceso y participación de los niños a las escuelas? La distancia de las escuelas puede ser un obstáculo significativo, con niños que tienen que recorrer largas distancias para asistir a clases, a menudo en condiciones adversas. Las largas distancias pueden llevar a altas tasas de deserción escolar.
Es importante mencionar que las escuelas en comunidades remotas a menudo enfrentan problemas de calidad, incluyendo falta de recursos, personal capacitado y materiales educativos adecuados. Esto puede resultar en una educación deficiente, que limita las habilidades y conocimientos necesarios para obtener mejores oportunidades laborales en el futuro.
Las comunidades lejanas suelen tener economías menos diversificadas y menos oportunidades laborales formales. Los residentes pueden depender de trabajos informales, que a menudo no proporcionan ingresos suficientes para mejorar su situación económica.
La falta de desarrollo económico limita las oportunidades de generación de ingresos y el acceso a recursos que podrían mejorar las condiciones de vida.
La falta de inversión en infraestructura básica, como transporte, electricidad o saneamiento, limita las oportunidades de desarrollo económico y social. Esta situación restringe las oportunidades disponibles, disminuye el rendimiento educativo, la salud y la calidad de vida, mientras que aumentan el desempleo y la delincuencia.
Amarrado a las condiciones adversas, las viviendas en estas áreas, pueden ser inadecuadas y carecer de acceso a instalaciones de saneamiento adecuadas, contribuyendo a problemas de salud y seguridad, afectando el bienestar general de los niños.
La salud es un factor clave que puede contribuir significativamente a la pobreza infantil, ya que la falta de acceso a servicios médicos adecuados, la mala nutrición y las enfermedades crónicas pueden afectar profundamente el desarrollo físico, cognitivo y emocional de los niños. Cuando las personas no pueden acceder a servicios de salud de calidad, se genera un ciclo negativo que impacta la economía familiar, la educación y las oportunidades laborales.
Ejemplificando, para una persona enferma su recuperación puede representar un gasto catastrófico, en movilización al Centro de Salud y medicinas, por lo que muchos de ellos prefieren no asistir, lo que da como resultado perder días de trabajo o quedar incapacitado, reduciendo los ingresos del hogar.
Por otro lado, la mala alimentación provoca que los niños sufran enfermedades frecuentes o condiciones crónicas (como el asma, la desnutrición o la anemia) lo que tiende a tener un rendimiento académico más bajo, lo cual afecta sus oportunidades futuras de salir de la pobreza.
La falta de acceso a un entorno saludable, como agua limpia y tierras fértiles, agrava la pobreza. El cambio climático y la degradación ambiental afectan desproporcionadamente a las comunidades más pobres, quienes dependen directamente de los recursos naturales para su subsistencia .
Cuando los suelos se erosionan, los bosques se talan en exceso o el agua se contamina, las personas que dependen de estos recursos como agricultores, pescadores y recolectores, pierden sus medios de vida.
En otros casos, algunas personas debe caminar varios kilómetros para obtener agua limpia, eso limita el tiempo para estudiar o trabajar. La degradación y vulnerabilidad ambiental no solo afectan el ecosistema, sino que limitan las oportunidades humanas, profundizando la pobreza y dificultando el desarrollo sostenible.
Para abordar estos desafíos, es fundamental implementar estrategias que mejoren el acceso a servicios básicos, fomenten el desarrollo económico local, y promuevan la inclusión y participación de estas comunidades en el diseño e implementación de políticas públicas. A través de un enfoque integral y adaptado a las necesidades locales, se puede contribuir a reducir las desigualdades y mejorar las oportunidades para los niños en estas áreas.
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